Hay veces que las marcas se sacan de la manga un inventazo, un producto que sobre el papel es brutal, y sin embargo… acaba en el cajón del olvido. Y eso es justo lo que le pasó al Elcaset, una cinta que Sony creó para que los amantes del audio tuvieran una experiencia Hi-Fi con la comodidad de un cassette. ¿El problema? Pues que nadie se interesó lo más mínimo.
Estamos hablando de finales de los años 70, cuando el cassette de toda la vida ya estaba en todas partes: en el coche, en la radio de casa, en tu walkman (si eras de los modernos)… pero tenía un problema de calidad. No sonaba mal, pero tampoco era una maravilla. Así que Sony dijo: “Vamos a hacer el cassette definitivo, el que suene como un vinilo pero sea igual de fácil de usar que una cinta normal”. Y lo hicieron. Pero claro, el mercado no lo pidió, y eso acabó siendo su sentencia.
Porque sí, el Elcaset era una pasada para su época: sonido increíble, materiales top, facilidad para grabar… pero no era precisamente barato, ni pequeño, ni compatible con lo que ya tenía la gente en casa. Así que mientras Sony intentaba vendernos una cinta premium, el mundo ya estaba mirando hacia otras cosas. Y el Elcaset… pues pasó sin pena ni gloria.
Elcaset: una cinta que apuntaba alto… pero no era para todos
La historia empieza en 1976, cuando Sony, junto a Panasonic y Teac, se lanzan a crear el formato definitivo de cinta para audiófilos. ¿Su idea? Hacer una cinta mucho más grande, más rápida y con mejor sonido que cualquier cassette que hubieras visto.
Para que te hagas una idea, el Elcaset era como un cassette tradicional, pero en esteroides. Tenía una cinta magnética más ancha, lo que ya ayudaba a que sonara mejor. Además, funcionaba al doble de velocidad (9,5 cm/s frente a los 4,75 cm/s del cassette normal), lo que reducía el ruido y mejoraba la calidad. Y por si fuera poco, llevaba Dolby B, para limpiar aún más el sonido. Vamos, que Sony se lo curró.
Los reproductores eran auténticos bicharracos: enormes, pesados, y con mecánicas de precisión bestial. Algunos te dejaban ajustar el nivel de grabación a mano, cambiar el tipo de cinta o abrir la carcasa del Elcaset sin destornillador, algo impensable en un cassette de los normales. Era un formato muy pensado para gente que disfrutaba del audio en serio, no para el usuario medio que grababa la radio.
Pero claro, ese fue su error: pensaron solo en los puristas. Porque mientras tanto, la mayoría de gente ya tenía su equipo con cassettes normales, que empezaban a mejorar con cintas metálicas y Dolby. El vinilo seguía reinando, y por detrás ya se empezaba a hablar de un nuevo formato digital que acabaría revolucionándolo todo: el CD.
Sony apostó fuerte… pero tuvo que dar marcha atrás
La realidad es que el público no lo quiso. Elcaset no era ni barato ni compatible con nada. No podías usarlo en tu walkman, no cabía en el coche y los equipos ocupaban medio mueble del salón. Así que mientras los puristas flipaban con su calidad de sonido, el resto del mundo simplemente pasó del tema.
Sony no tardó en darse cuenta. Ya en 1980 dejaron de invertir en el formato, y en 1981 directamente lo liquidaron todo. Lo vendieron como stock sobrante, con descuentos, y muchas unidades acabaron en manos de frikis del audio (con todo el cariño del mundo) que sabían que estaban comprando una joya rara.
Hoy en día, encontrar un reproductor Elcaset en buen estado es casi como cazar unicornios. Hay coleccionistas que los buscan como locos, pero las cintas están contadas, y mantener uno de estos aparatos funcional no es precisamente barato ni fácil. Aun así, hay quien dice que no hay cinta que suene tan bien como un Elcaset bien calibrado. Y la verdad es que no me cuesta creerlo.
Una lección que sigue vigente: la tecnología sin demanda, no triunfa
Lo de Elcaset es el ejemplo perfecto de cómo una buena idea puede no cuajar simplemente porque el mundo no estaba listo. Sony hizo un producto increíble, pero no se paró a pensar si la gente lo necesitaba o lo quería. Y claro, pasó lo que pasó.
Lo curioso es que esto se ha repetido mil veces en el mundo del audio. Pasó con el MiniDisc, con el DVD-Audio, con el SACD… todos formatos que eran técnicamente brillantes pero que llegaron tarde, mal o sin nadie que los esperara. A veces, el mercado va por un lado y la innovación por otro.
Pero ojo, que eso no quita mérito. Al contrario: hay que aplaudir a marcas como Sony por atreverse. Aunque Elcaset fracasara, fue un intento valiente de mejorar la experiencia del audio casero. Y aunque nadie lo comprara en masa, quedó como un símbolo de lo que pudo ser.
Hoy, cada vez que alguien menciona el Elcaset, hay un suspiro nostálgico en el aire. Porque sí, fue una locura innecesaria… pero una locura preciosa.