Esto que te voy a contar igual ni lo habías notado, pero créeme que tiene más miga de la que parece. Resulta que hace unos meses, Netflix quitó ese logo rojo tan mítico de “Netflix Original” que salía en la esquina de las portadas. Así, sin avisar, sin hacer ruido, sin decir ni mu. Y oye, al principio ni me di cuenta. Pero con el tiempo he notado que ya no navego igual por la plataforma.
Antes, veías ese logo y ya sabías que eso era contenido suyo, hecho por ellos, exclusivo. Una peli suya, una serie suya, un documental suyo. Pero ahora, todo parece lo mismo. El póster está limpio, bonito… sí. Pero ya no te dice nada. Y claro, eso te cambia el chip. Te pasas más rato dudando, entrando en fichas, leyendo sinopsis, viendo trailers. Vamos, que lo que antes era “me pongo algo en cinco minutos”, ahora se convierte en media hora de scroll eterno.
Y lo peor es que hay días que, de tanto marear, acabo saliéndome de Netflix y me voy a otra plataforma donde todo está más claro. Parece una tontería, pero quitar ese icono me ha desmontado totalmente la forma que tenía de buscar cosas para ver.
Ese logo, sin hacer mucho ruido, me guiaba muchísimo

Yo entiendo que a nivel diseño les apeteciera limpiar un poco la interfaz, que hay mucho contenido, que igual querían que los pósters lucieran más. Pero sinceramente, ese logo era mi brújula.
Me decía al instante: esto es de Netflix, esto es suyo, esto lo puedo ver tranquilo que no lo van a quitar mañana. Ahora, sin ese sello, no tengo ni idea de qué es original y qué no. Y claro, eso te rompe totalmente el ritmo.
Antes tirabas de instinto. “Mira, una nueva de Netflix, vamos a ver qué tal”. Ahora tienes que entrar en la ficha, mirar si aparece el logo dentro, o buscar si sale en la fila de “Solo en Netflix” o “Originales”. Todo más lento, más confuso. Y te acabas perdiendo cosas.
Porque ese logo era más que estética, era información rápida. Te ayudaba a distinguir lo propio de lo prestado. A saber si algo iba a estar siempre o si era una licencia temporal. Y oye, para los que usamos Netflix todos los días, eso marca la diferencia.
¿Y si lo han hecho a propósito? Pues mira, no me sorprendería. Porque no todos los originales de Netflix han salido bien, y quitar el logo puede ser una forma de quitarse de encima ese estigma. Si algo sale flojo, que no se note tanto que es suyo. Si algo es bueno, ya brillará por sí solo. Pero el problema es que nos dejan a los usuarios sin una pista súper útil. Y eso, al final, nos perjudica.
Ahora manda el algoritmo, y yo cada vez tengo menos ganas de pelearme con él

Desde que quitaron el logo, noto que cada vez tiro más de lo que me pone Netflix en la portada, en las filas de recomendaciones, en el buscador. Y eso, sinceramente, no me mola nada. Antes era yo el que iba buscando, el que decidía. Ahora siento que Netflix me va empujando a ver lo que quiere. Y si un día no estoy muy por la labor, pues eso: media hora dando vueltas o directamente me salgo.
Echo muchísimo de menos saber de un vistazo qué es contenido suyo. Porque sí, me gusta ver cosas exclusivas, cosas que no voy a encontrar en Prime o en HBO. Pero ahora no sé qué es qué. Y eso me hace ir más lento, más inseguro, más frustrado.
Y claro, lo que más me preocupa es lo de siempre: las joyitas se pierden. Antes las detectaba rápido por el logo. Ahora se me pasan. Y me da rabia, porque seguro que hay cosas muy top escondidas ahí… pero entre tanto póster sin contexto, no las pillo.
Total, que lo que parecía un cambio estético menor, me ha cambiado por completo los hábitos de uso. Y no soy el único. He hablado con colegas que ni sabían que habían quitado el logo, pero todos me dicen lo mismo: ya no sé qué es de Netflix y qué no, y tardo más en decidir.
Así que, de verdad, Netflix: tráeme de vuelta ese logo rojo. Que no molestaba. Que era útil. Que nos hacía la vida más fácil. Y que, por pequeño que fuera, marcaba la diferencia.




