Hoy en día, hablar de Dolby Vision es hablar del estándar premium del HDR. Está en todas partes: teles OLED, QLED, MiniLED, móviles, tablets, portátiles… ¡incluso en consolas y algunas cámaras! Pero hay un lugar donde su presencia brilla por su ausencia, y nunca mejor dicho: el mundo de los proyectores. ¿Qué pasa aquí? ¿Por qué no es tan fácil encontrarse un proyector con soporte real para Dolby Vision?
Y ojo, que no hablamos de proyectores malos o antiguos. Incluso modelos muy top, de más de 3.000 euros, siguen sin ofrecer soporte completo para Dolby Vision como sí lo hace una tele de gama media. Lo curioso es que a veces ves el logo, ves la palabra “Dolby”, te emocionas… y luego descubres que no es lo que esperabas. Te suena, ¿verdad?
Pues justo de eso va este artículo: de por qué no deberías hacerte ilusiones con Dolby Vision en proyectores, al menos por ahora. Porque aunque la etiqueta suene bien, la realidad técnica es mucho más compleja. Vamos al lío.
El gran problema: los proyectores no pueden controlar la luz como una tele
Vamos a empezar por lo más básico: Dolby Vision necesita saber exactamente cuánto brillo puede dar el dispositivo en cada momento, para poder ajustar los tonos y el contraste como toca. Eso, en una tele, es relativamente fácil. Tienes un panel con un número limitado de zonas (o píxeles autoluminiscentes si es OLED) y el procesador puede decir: “vale, aquí ilumino más, aquí menos, aquí reduzco los nits porque el fondo es oscuro…”
Pero en un proyector eso es imposible. Literalmente. ¿Por qué? Porque la imagen no se genera en el proyector, sino que se refleja en una pantalla. Y la pantalla no tiene control alguno sobre el brillo, el contraste o los colores. Todo depende de la luz ambiente, la superficie de la pantalla, la distancia, el tipo de proyector, la lente… Es decir, hay demasiadas variables que Dolby Vision no puede controlar.
Por eso mismo, la implementación clásica de Dolby Vision que vemos en televisores (la llamada “TV-led”) no se puede aplicar en proyectores. Y eso nos lleva a las versiones alternativas que hay por ahí, como el LLDV (Low Latency Dolby Vision), que en realidad es un apaño bastante ingenioso pero que dista mucho de ser una solución perfecta.
¿Y qué es eso del LLDV? ¿Sirve para algo?
Lo del LLDV es curioso. Básicamente, consiste en pasarle toda la responsabilidad al reproductor, ya sea un Apple TV 4K, una Nvidia Shield o un reproductor Blu-ray. Es lo que se llama player-led Dolby Vision. En vez de que el proyector haga el tone mapping (cosa que no puede hacer bien), lo hace el reproductor y le manda una señal compatible al proyector, que lo interpreta como si fuera una señal HDR10 normal.
¿Funciona? Sí… pero no es lo mismo. No tienes metadatos dinámicos reales adaptados a tu sala ni control preciso de las zonas oscuras. Es como decir que tienes una paella porque has puesto arroz y marisco en el plato… pero sin el sabor, el socarrat ni el cariño. Técnicamente, estás viendo contenido Dolby Vision, pero la experiencia no tiene nada que ver con una tele OLED con su procesador haciendo magia escena a escena.
De hecho, muchos proyectores que dicen tener Dolby Vision en realidad solo soportan LLDV, y eso si lo activas desde el menú del reproductor, a veces con firmwares personalizados y ajustes avanzados. Vamos, que no es plug and play como en una tele.
Entonces, ¿qué debería buscar si quiero buen HDR en un proyector?
Aquí viene lo importante: no te obsesiones con Dolby Vision si estás montando un cine en casa con proyector. Al menos a día de hoy, lo fundamental es que el proyector tenga un buen procesamiento de HDR10, que es el estándar base. ¿Y cómo se traduce eso en la práctica? Pues en cosas como estas:
- Brillo real alto, por encima de 1.000 lúmenes ANSI si es posible (no confundir con cifras infladas).
- Buen contraste nativo o, mejor aún, con zonas controladas si hablamos de modelos láser o triple láser.
- Tone mapping dinámico: algunos proyectores tienen algoritmos propios que simulan metadatos dinámicos, con resultados muy decentes.
- Compatibilidad con HLG, para contenidos de televisión o streaming en directo.
- Y por supuesto, una pantalla de proyección adecuada: ni muy reflectante, ni muy gris, ni con brillos que maten el negro.
Al final, lo que importa es que tu experiencia HDR sea lo más cercana posible a lo que el director quería mostrar, y eso se puede conseguir sin Dolby Vision, si el proyector es bueno y está bien ajustado.
Mejor no obsesionarse con logos y centrarse en la experiencia real
Dolby Vision es fantástico, pero en proyectores sigue siendo un terreno experimental. No está estandarizado, no se implementa bien en la mayoría de casos, y lo que te venden como “DV” muchas veces es simplemente un HDR10 con otra máscara.
Si vas a montar tu sala o estás pensando en comprar un proyector para disfrutar de pelis en grande, no te fijes tanto en el logo de Dolby Vision, y sí en cosas como el brillo, el contraste, la precisión del color, la conectividad HDMI y el rendimiento real con HDR10.
Porque al final, lo que cuenta no es el logo en la caja, sino cómo se ve esa escena oscura de Dune o ese plano con fuego en La casa del dragón. Y si todo está bien calibrado, vas a alucinar igual, con o sin Dolby Vision.