Vamos a hablar claro sobre un tema que siempre genera debate entre los más frikis de los televisores (sí, como tú y como yo): ¿los OLED pequeños recortan prestaciones o simplemente se adaptan a otro uso? Porque no falla: en cuanto dices que estás mirando uno de 42 o 48 pulgadas, saltan los típicos comentarios de “mejor uno grande”, “ese no tiene tanto brillo” o directamente “no vale la pena”. Pero… ¿es realmente así?
La realidad es que los OLED de 42 y 48 pulgadas no son peores por ser pequeños, aunque sí es cierto que tienen algunas diferencias importantes respecto a sus hermanos mayores. Esto no significa que sean una mala compra, ni mucho menos. Simplemente hay que tener claro lo que ofrecen, lo que no… y en qué escenarios tienen más sentido.
Y es que el tamaño no lo es todo. En distancias cortas, un OLED pequeño puede darte una experiencia increíble, con un nivel de detalle altísimo y sin necesidad de achinar los ojos. Pero claro, también tienen limitaciones: algo menos de brillo, paneles algo distintos en algunos casos, y menos margen térmico para exprimirlos al máximo. A cambio, consumen menos, son más compactos y a menudo más baratos. Vamos a ver todo esto con ejemplos concretos, porque hay tela que cortar.
¿Qué diferencias hay realmente entre los OLED de 42–48 pulgadas y los grandes?
Brillo algo más limitado… pero con sentido
Este es el primer punto en el que se nota la diferencia: los modelos pequeños suelen tener menos brillo pico. Pero esto no es un fallo, ni un capricho de las marcas: simplemente hay menos espacio para disipar el calor, así que no se les puede exprimir tanto como a un 65 o un 77 pulgadas. Así de simple.
Un ejemplo muy claro lo tenemos en la LG G5 de 48 pulgadas, que no alcanza el mismo brillo que las de 55, 65 o más, pero sigue por encima de una C5 de ese mismo tamaño. Es decir, no se siente como una tele “oscura”, pero tampoco tiene ese “punch” de las grandes. Y si vienes de un panel LCD, ya te adelanto que el salto en contraste, negros y precisión de color te va a parecer de otro planeta, aunque no sea el modelo más potente.
Cambios importantes según marca y tamaño
Aquí sí que hay que ir con cuidado. Porque no todas las teles con el mismo nombre rinden igual en todos los tamaños. Un caso clarísimo es el de Samsung con su modelo S90F. Si eliges el de 55 pulgadas o más, te llevas un QD-OLED, que tiene colores más vivos y mejor brillo. Pero si eliges el de 48 pulgadas, lo que te estás llevando es un W-OLED de toda la vida, que es más “normalito”.
Eso hace que la S90F de 48” no sea comparable con sus hermanas mayores, y más bien compita con otras teles que también montan W-OLED. Por eso, si estás comparando con una LG G5 de 48”, en muchos casos la LG va a salir ganando, sobre todo en HDR, reflejos y sensación de gama alta. Así que ojo con eso de pensar que todos los tamaños ofrecen lo mismo.
Nitidez, comodidad y uso real en espacios pequeños
Este punto suele pasar desapercibido, pero es clave. Al mantener la resolución 4K en un panel más pequeño, lo que conseguimos es una densidad de píxeles brutal. ¿Y eso qué implica? Pues que todo se ve más nítido, más limpio. Los textos, los menús, los detalles… todo tiene un punto extra de definición que se agradece muchísimo, especialmente si usas la tele como monitor o la tienes cerca.
Muchos usuarios que han pasado de una 55 a una 48 pulgadas comentan justo eso: se sienten más cómodos en el día a día, no notan pérdida de calidad y encima ganan en confort visual. Además, al no tener tanto brillo, también resulta más agradable en entornos oscuros, donde una tele gigante y súper brillante puede acabar siendo hasta molesta.
Entonces… ¿merecen la pena estos OLED pequeños?
Pues depende de para qué los vayas a usar. Pero te lo resumo rápido:
- Si estás montando un setup de escritorio, una habitación de invitados o tu dormitorio, los 42 y 48 pulgadas tienen muchísimo sentido. Te llevas todas las ventajas del OLED (negros puros, colores intensos, tiempo de respuesta brutal) en un formato manejable, y sin dejarte medio sueldo.
- Si te preocupa el brillo para HDR o ves mucho contenido en habitaciones muy luminosas, entonces sí: una 55 o 65 pulgadas te va a dar más punch. Pero claro, también necesitas más espacio, más distancia de visionado y, normalmente, más presupuesto.
- Y si estás entre modelos concretos, mi consejo es este:
- LG G5 de 48 pulgadas: la opción más completa si quieres algo más “top”, con más brillo, mejor construcción y un plus en reflejos.
- LG C5 de 42 o 48 pulgadas: la opción equilibrada, con muy buen rendimiento y mejor precio.
- Samsung S90F de 48 pulgadas: bonita, rápida y con buen sistema operativo, pero no es QD-OLED, así que ajusta expectativas.
Así que no, no son peores por ser pequeños, simplemente están pensados para otras situaciones. Y si eliges bien el modelo, te puedes llevar una experiencia OLED de lujo en formato compacto, que en muchos casos es justo lo que necesitas. Porque no todos vivimos en mansiones con proyectores y teles de 85 pulgadas, ¿verdad?