Menuda locura. Y es que después de años y años escuchando la matraca de que “los OLED se queman”, de que si no duran, de que si mejor un LCD “por seguridad”, va y RTINGS decide hacer lo que nadie se atreve: poner más de 100 televisores a sufrir durante tres años seguidos, sin piedad, sin descansos y sin contemplaciones. Y claro, cuando llegan los resultados… saltan unas cuantas certezas por los aires.
Porque no hablamos de un test rápido ni de una prueba de laboratorio light. Aquí hablamos de uso real llevado al extremo, con televisores funcionando muchísimas horas al día, repitiendo contenidos, encendiéndose y apagándose constantemente y acumulando un desgaste que muy poca gente va a reproducir en casa. Es, literalmente, un experimento para ver qué tecnología aguanta cuando se la exprime sin miramientos.
Y aquí llega el titular que escuece a más de uno: los OLED no solo no salen mal parados, sino que salen mejor que los LCD a nivel de fiabilidad de hardware. Ojo con el matiz, que es clave: esto no significa que el OLED sea inmune al quemado, sino que cuando hablamos de averías serias —televisores que mueren, fallos internos, problemas irreversibles— los OLED han fallado menos en conjunto. Dicho en cristiano: han sobrevivido más.
El test de RTINGS: 102 televisores, miles de horas y cero compasión
RTINGS ha puesto a prueba 102 televisores distintos en lo que ellos mismos definen como un test de longevidad acelerado. Para que nos entendamos, no fue dejarlos encendidos sin más: algunos días funcionaban hasta 20 horas, otros algo menos, y además se forzaban varios ciclos de apagado y encendido diarios para simular el uso real de una casa… pero llevado al límite. Incluso se dejó margen para que los OLED realizasen sus ciclosDiscoverable de compensación, como harían en condiciones normales.
Tras acumular alrededor de 10.000 horas de uso, los números ya dicen mucho: 20 televisores acabaron completamente inutilizados y 24 sufrieron daños parciales. Aun así, hay un dato que tranquiliza bastante y que conviene destacar: la mayoría de televisores aguantó sin problemas graves durante esas primeras 10.000 horas. Traducido a la vida real, estamos hablando de muchísimos años de uso doméstico normal antes de que aparezcan fallos serios.
A nivel de marcas, LG y TCL salen especialmente bien paradas. En el caso de LG, de 24 televisores solo uno de tipo OLED acabó totalmente fuera de combate, y aquí viene un detalle importante: la mayoría de los fallos que sufrió LG ocurrieron en modelos LCD, no en OLED. En TCL el resultado también es muy sólido, con solo una unidad fallida de las 10 probadas.
RTINGS insiste —y hace bien— en que cada modelo estaba representado por una sola unidad, por lo que no se puede usar este test para sentenciar la calidad global de una marca. Pero cuando se analizan los datos por tipo de panel y tecnología, las tendencias son demasiado claras como para ignorarlas.
Y aquí es donde entra en juego el desglose por panel, que deja poco lugar a la duda. Los OLED (tanto WOLED como QD-OLED) han sido los más fiables en conjunto, con muy pocos fallos completos y prácticamente sin fallos parciales. ¿La razón principal? Muy simple: no dependen de un sistema de retroiluminación.
En el lado opuesto están los LCD con retroiluminación Edge LED, que han sido los que peor resultado han obtenido, con tasas de fallo cercanas al 60 %. RTINGS explica que estos modelos utilizan cadenas de LEDs conectadas en serie, de modo que cuando falla una sola luz, puede caer toda la retroiluminación. A eso hay que sumarle diseños cada vez más finos, calor acumulado, difusores que se deforman, placas guía de luz que se agrietan y problemas de uniformidad que aparecen con el paso del tiempo. No es mala suerte: son puntos débiles estructurales.
Los Mini-LED con atenuación local completa (FALD) mejoran claramente la situación, reduciendo la tasa de fallos hasta alrededor del 25 %, pero ni siquiera ellos alcanzan la fiabilidad global del OLED en este test.
¿Y el famoso quemado? Aquí también conviene matizar. En este escenario extremo, todos los OLED del test acabaron mostrando algún tipo de marca o retención permanente, algo totalmente esperable dadas las condiciones. Pero RTINGS deja claro que este tipo de uso no representa en absoluto el uso normal de un televisor en casa. Con contenidos variados y los sistemas actuales de protección, el riesgo existe, pero es limitado y controlable.
El estudio deja además una reflexión muy interesante: pagar más no garantiza mayor durabilidad. Algunos modelos económicos han demostrado aguantar igual o incluso mejor que televisores mucho más caros. Eso sí, con un “pero” importante: cuando una tele barata se estropea, suele ser mucho más difícil de reparar. De hecho, RTINGS comenta que de las 20 averías completas solo pudieron reparar dos unidades y devolverlas al test, lo que deja claro que la reparabilidad de muchas teles modernas es bastante justa.
Y por si te lo estabas preguntando, esto no se quedó en “10.000 horas y listo”: muchas unidades acabaron rondando las 18.000 horas de uso acumulado. Una auténtica salvajada en términos de vida real.
En resumen, después de tres años de tortura sin piedad, el mensaje es bastante claro: el OLED no solo ofrece una calidad de imagen superior, sino que también ha demostrado ser sorprendentemente fiable a largo plazo, incluso más que muchos LCD tradicionales. Así que la próxima vez que alguien suelte aquello de “yo no compro OLED porque se quema”, igual toca responder con datos… y con calma.
Porque una vez más, la realidad ha terminado desmontando un mito que llevaba demasiado tiempo circulando.
