Donald Trump lo ha vuelto a hacer. En pleno 2025, en su segundo mandato como presidente de Estados Unidos, el mandatario ha sacudido la industria del cine con una propuesta que ha desatado el caos en Hollywood: imponer un arancel del 100% a todas las películas producidas fuera del país. Sí, como lo lees. Si una peli se rueda en Nueva Zelanda, Canadá, Reino Unido o donde sea… Trump quiere que pagar su entrada en EE.UU. cueste el doble. ¿La razón? Según él, “la industria del cine en América está muriendo”.
Todo esto lo anunció, cómo no, en su red social Truth Social este domingo. Allí escribió un mensaje largo y directo, al más puro estilo Trump, en el que dijo que otros países están “ofreciendo todo tipo de incentivos para llevarse a nuestros cineastas y estudios fuera de Estados Unidos”, y que esta práctica representa una amenaza para la seguridad nacional. No solo porque, según él, están vaciando Hollywood, sino también porque estos filmes extranjeros traen “mensajes y propaganda” al territorio estadounidense.
“Por lo tanto, estoy autorizando al Departamento de Comercio y al Representante de Comercio de Estados Unidos a iniciar inmediatamente el proceso para imponer un arancel del 100% a cualquier película que entre en nuestro país y que haya sido producida en tierras extranjeras”, dijo con total convicción. Y remató con una frase de campaña: “¡Queremos películas hechas en América otra vez!”
Hollywood entra en pánico: ¿qué pasa con Avatar, Bond o Fast & Furious?
El anuncio ha sido una bomba en la industria. Según Variety, los ejecutivos de los grandes estudios convocaron llamadas de emergencia el mismo domingo para intentar entender qué significa esto realmente. Porque, más allá del titular, hay un montón de preguntas sin respuesta: ¿Trump tiene autoridad legal para aplicar este arancel? ¿Afectará solo a películas nuevas o también a las ya rodadas? ¿Y qué pasa con las que están en pleno rodaje?
Lo curioso es que, de momento, no se ha mencionado nada sobre las series de televisión. Todo apunta a que el foco está solo en el cine, pero el silencio en torno a las series ha generado todavía más incertidumbre. Recordemos que muchas producciones estadounidenses —pelis y series— se ruedan fuera del país no solo por los incentivos fiscales, sino también porque necesitan paisajes específicos. Franquicias como “James Bond”, “Avatar”, “Misión Imposible” o “Fast and Furious” son ejemplos de producciones que necesitan rodar en múltiples países para contar sus historias.
Y, por supuesto, no es que se haga fuera “por capricho”. Los estudios lo hacen para abaratar costes y aprovechar escenarios únicos. Países como Canadá, Australia, Hungría o Reino Unido se han vuelto destinos habituales porque ofrecen ventajas económicas que en EE.UU. ya no se encuentran tan fácilmente, especialmente después de la crisis post-pandemia y las huelgas de actores y guionistas de 2023.
¿Una medida patriótica o un tiro en el pie?
Trump insiste en que todo esto es por el bien del cine nacional, pero lo cierto es que la realidad no es tan dramática como él la pinta. En lo que va de 2025, la taquilla estadounidense ha subido un 15,8% con respecto a 2024, con películas como Una película de Minecraft, Los pecadores o Thunderbolts liderando la cartelera. Eso sí, también es verdad que todavía estamos un 31% por debajo de los niveles de 2019, antes de que el mundo se pusiera patas arriba.
Además, tras las huelgas de 2023, la producción dentro de EE.UU. ha bajado un 40%, y los grandes conglomerados de medios han hecho recortes importantes en sus presupuestos de contenido. Así que, en parte, el problema no es tanto que Hollywood se esté yendo fuera, sino que en casa tampoco se están rodando tantas cosas como antes.
Por si fuera poco, Trump ya había mostrado interés por “revivir” Hollywood a su manera. A principios de año, nombró a Sylvester Stallone, Mel Gibson y Jon Voight como “embajadores especiales” de la industria cinematográfica estadounidense, aunque desde entonces no se han visto grandes avances por parte del trío.
Y ahora, a una semana del Festival de Cannes, donde muchos estudios estadounidenses van a buscar financiación, vender derechos de distribución o cerrar acuerdos internacionales, esta medida cae como un jarro de agua fría. Muchos productores extranjeros podrían pensar dos veces antes de invertir en proyectos que tal vez ni siquiera puedan entrar al mercado norteamericano sin pagar una fortuna.
¿Y ahora qué?
La pregunta del millón es: ¿esto va en serio o es otro arrebato presidencial sin recorrido legal? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Pero con Trump al mando, todo puede pasar, y lo que empieza como un post en redes puede acabar convertido en ley. Por ahora, los estudios de Hollywood se preparan para lo peor. Porque si el arancel se aplica, la industria va a tener que repensar absolutamente todo: presupuestos, localizaciones, acuerdos internacionales… y hasta su propia identidad global.
Lo único claro es que el anuncio ha puesto a Hollywood en modo pánico. Y lo que venga ahora, puede cambiar el cine tal y como lo conocemos. ¿Será el principio de una nueva era de “cine patriótico”? ¿O una medida que acabará dañando más que ayudando a la industria americana? Solo el tiempo (y quizás los tribunales) lo dirán.