Hubo una época, no tan lejana como parece, en la que ver una película en la palma de la mano era magia pura. Y no hablo de un iPhone ni de una tablet con Netflix; hablo de la PSP. Esa consola portátil de Sony que, además de juegos, reproducía películas… en un formato que parecía de ciencia ficción: el UMD.
Sí, confieso que yo mismo caí en la fiebre. Tenía mi PSP, me compraba pelis en UMD —me acuerdo perfectamente de Spider-Man 2,—, y me las ponía en la cama, en el coche, en casa de mis primos… Lo viví como si fuera el futuro ya presente. La idea de poder llevar encima una película con su caja, su disco y verla con esa pantalla brutal de la consola era una locura para la época.
Y lo mejor es que no era el único. Aquello creó una especie de nueva tribu: los que llevábamos la PSP encima no solo para jugar, sino también para ver pelis. ¿Te acuerdas del típico colega que sacaba la consola en mitad de una reunión familiar para ponerse Hellboy mientras los mayores hablaban de política? Pues ese era yo. Porque durante unos años, el UMD fue la forma más top de ver cine portátil.
Un invento adelantado a su tiempo… pero condenado desde el principio
El UMD (Universal Media Disc) fue el gran invento multimedia de Sony para la PlayStation Portable. Se trataba de un mini disco óptico metido en una carcasa de plástico, con una capacidad de 1,8 GB. Y claro, en los tiempos en los que los móviles aún tenían tonos polifónicos y las memorias SD apenas almacenaban 256 MB, eso parecía un milagro.
Pero lo verdaderamente interesante fue que Sony decidió convertirlo en un formato de vídeo portátil. Y no hablamos de ripear pelis en baja calidad: las ediciones en UMD venían con su carátula, su menú, sus extras a veces, doblaje, subtítulos y una calidad de imagen muy decente para una pantalla de 480×272 píxeles. Ver una peli en una PSP no se sentía como un apaño, sino como algo premium.
Y ojo, que el catálogo llegó a ser muy serio: Kill Bill, El Señor de los Anillos, Matrix, Family Guy, Sin City, Harry Potter… Sony, Fox, Universal, Warner y otras majors apostaron por el formato. En España llegaron a venderse más de 100 títulos en UMD vídeo en su época dorada, entre 2005 y 2007.
Ahora bien, no todo eran palomitas y pantallas panorámicas.
Porque a pesar de su atractivo inicial, el UMD tenía un problema enorme desde el primer día: era exclusivo de la PSP. No había reproductores UMD de sobremesa, ni forma oficial de ver esas películas en una tele. Y eso, combinado con el hecho de que una peli en UMD costaba casi lo mismo que un DVD (¡y con peor calidad!), hizo que el invento empezara a cojear rápido.
Y por supuesto, no se podía grabar ni copiar un UMD, lo cual lo hacía totalmente incompatible con la lógica de la época: si no podías compartir, ripear o llevarlo a otro sitio, ¿de qué servía?
Entre nostalgia y coleccionismo: el UMD sigue vivo (para algunos)
Lo que más me llama la atención a día de hoy es que, si rebuscas por internet, hay toda una comunidad que sigue coleccionando UMDs. No lo digo de broma: en Wallapop o eBay todavía puedes encontrar películas en su caja original, a veces por 3 euros… y otras por más de 50 si es algo raro o descatalogado.
Y no me extraña: hay algo casi romántico en ese formato. El diseño del disco, las carátulas adaptadas al tamaño reducido, la experiencia de meter el UMD en la PSP y oír cómo arrancaba… eran pequeños rituales que ahora parecen de otra era. Y sin embargo, no hace tanto. Hablamos de 2005, 2006. Hace 20 años, pero parece otra vida.
Además, reconozcámoslo: la PSP era una consola adelantadísima. Tenía WiFi, podía navegar por internet, reproducía música, vídeos, fotos… y todo con una interfaz que daba mil vueltas a muchas teles actuales. Y en medio de todo eso, ver una película en UMD con cascos buenos era una experiencia inmersiva como pocas. Aunque la pantalla fuera pequeña, la sensación era de cine portátil. Nada de distracciones, ni notificaciones, ni redes sociales. Solo tú y la película.
Y sí, vale, el UMD murió. Sony lo abandonó oficialmente con la llegada de la PSP Go (que ya no tenía lector físico) y más tarde con la PSVita. Las pelis dejaron de editarse en ese formato, y muchos usuarios —yo incluido— acabamos vendiendo o perdiendo sus discos con los años.
Pero cuando pienso en esa época, en mi mochila con la PSP, la funda llena de UMDs, los viajes en tren y las pelis a todo volumen… no puedo evitar sonreír. Porque durante un tiempo, ver películas en UMD era lo más moderno que podías hacer. Era el futuro. O al menos, lo que creíamos que sería.