Cuando montamos un buen equipo de sonido, casi nunca pensamos en los cables. Nos obsesionamos con el amplificador, con el subwoofer, con si los altavoces son de suelo o de estantería… pero luego acabamos conectándolo todo con el primer cable que encontramos en un cajón. Y sí, eso incluye esos míticos RCA rojos y blancos que llevan en casa desde los tiempos del VHS.
Pero claro, cuando uno empieza a meterse más en este mundillo del audio de verdad —el de los subwoofers que te mueven el sofá y los amplis con más entradas que una centralita—, empieza a salir el eterno debate: ¿XLR o RCA? ¿Realmente suena mejor uno que otro? ¿O es puro marketing audiófilo para venderte un cable de 100 euros?
Pues bien, hoy voy a contarte de forma sencilla y directa qué diferencias hay entre ambos, cuándo conviene usar uno u otro y si realmente merece la pena gastarse más en un XLR si tu equipo no es profesional. Vamos, lo que necesitas saber para no tirar el dinero ni perder calidad de sonido.
XLR: el cable “pro” que no le teme al ruido
Si alguna vez has echado un vistazo al cableado de un estudio de grabación o un escenario, habrás visto que todo está conectado con cables XLR. Son esos que tienen tres pines metálicos, un conector robusto y un clic que los bloquea. Y no es casualidad: los XLR son los reyes del audio balanceado.
¿Y qué significa eso de “balanceado”? Básicamente que el cable lleva tres conductores en lugar de dos, y eso permite cancelar el ruido eléctrico y las interferencias que pueden entrar por el camino. Si vives en un piso lleno de enchufes, routers, regletas y cables HDMI cruzándose, eso marca la diferencia.
Además, los XLR aguantan distancias largas sin degradar la señal, algo clave si tienes el amplificador a un lado del salón y el subwoofer al otro extremo. Y otro punto que me encanta: no se sueltan fácilmente. Se conectan con un “clic” y listo, puedes moverte o limpiar sin miedo a que se desconecte nada.
Eso sí, todo esto tiene un precio. Los XLR son más caros y solo los puedes usar si tu equipo tiene conectores balanceados, algo más habitual en amplificadores o procesadores de gama alta. Si los tienes, adelante: ganarás limpieza y estabilidad en la señal.
RCA: el clásico que todavía da mucha guerra
Y ahora viene la otra cara de la moneda. Los cables RCA llevan literalmente décadas entre nosotros, y siguen siendo el estándar de casi todo lo doméstico: televisores, receptores AV, reproductores de vinilo, consolas… Si tienes un subwoofer en casa, lo más probable es que su entrada LFE sea RCA no balanceada.
¿Lo bueno? Son sencillos, baratos y universales. Los conectas en dos segundos y funcionan sin complicaciones. Para distancias cortas (menos de 3 metros, por ejemplo), la pérdida de calidad o el ruido es casi nulo, así que no hace falta complicarse la vida.
Además, hay cables RCA de buena calidad —como los SVS SoundPath, por ejemplo— que vienen bien apantallados y con conectores chapados en oro para evitar zumbidos y mantener la señal limpia. Si tu equipo no es balanceado, invertir en un XLR no te servirá de nada; es mejor un buen RCA “gordo” y bien blindado que uno fino de bazar.
Por eso los RCA siguen reinando en el hogar: por su compatibilidad y su precio. Y sinceramente, para el 90 % de las instalaciones domésticas, cumplen más que de sobra.
¿Suena mejor un XLR que un RCA?
Aquí viene la parte que nadie te dice tan claro: no, no siempre suena mejor. En una instalación típica de salón, con cables de menos de dos metros y un entorno sin interferencias graves, no vas a notar diferencias audibles entre un buen RCA y un XLR.
La ventaja real del XLR aparece cuando hay mucho cableado, largas distancias o ruido eléctrico, por ejemplo en una sala dedicada o un rack con muchos equipos conectados. En esos casos, el XLR saca pecho: elimina hums, zumbidos y pérdidas de señal.
De hecho, muchos usuarios cuentan que el típico “brrrrr” o zumbido del subwoofer desaparece al cambiar de RCA a XLR, sobre todo si usan dos subs o tienen amplificadores potentes. En cambio, si tu equipo es más doméstico, puedes ahorrar y quedarte con un RCA decente sin miedo a perder calidad.
Ventajas claras de cada uno
En el caso de los XLR, su punto fuerte está clarísimo: llevan señal balanceada, lo que básicamente significa que eliminan gran parte del ruido e interferencias que pueden colarse por el camino. Si tienes un sistema grande, con muchos cables o enchufes cerca, lo vas a notar. Además, son cables muy robustos, con conectores que encajan con un “clic” y no se sueltan ni aunque tires sin querer. Eso da una sensación de seguridad brutal, sobre todo si tienes el equipo instalado de forma fija. Y por último, aguantan distancias largas sin perder calidad, así que si tu subwoofer o amplificador están lejos, los XLR te sacan del apuro sin problema.
Ahora bien, los RCA siguen siendo los grandes clásicos del mundo doméstico, y con razón. Lo mejor que tienen es su compatibilidad total: prácticamente todos los equipos de casa —ya sea un receptor AV, un televisor o una consola— usan RCA de toda la vida. Además, son más baratos y fáciles de encontrar, no hay que complicarse. Vas a cualquier tienda o miras en un cajón viejo y seguro que aparece alguno. Y lo mejor de todo es que, si los usas para cables cortos y en un entorno limpio de interferencias, cumplen de sobra. No hay pérdida de calidad ni milagros que esperar: conectas, suena, y punto.