Hubo una época, no tan lejana, en la que ir al videoclub no era tan simple como elegir peli y ya está. No. También tenías que asegurarte de que el vídeo que tenías en casa fuera compatible con el formato de la cinta. Porque sí, hubo una guerra. Una guerra en la que participaron tres gigantes del vídeo doméstico: VHS, Betamax y Video 2000. Y como suele pasar en estas historias, no ganó el mejor… sino el más listo.
Y cuando decimos “mejor”, lo decimos con todas las letras. Porque Betamax tenía mejor calidad de imagen, más fiabilidad y fue el primero en llegar. Y aun así, perdió. ¿Por qué? Pues por muchas razones que vamos a desgranar ahora, pero ya te adelantamos que tuvo poco que ver con la calidad y mucho que ver con el marketing, las licencias y la industria del cine para adultos. Y luego, en medio de todo este lío, llegó un tercer invitado: Video 2000, una opción muy avanzada que, si te suena, es que ya tienes una edad.
Así que si eres de los que todavía recuerda rebobinar cintas con un lápiz (o directamente con un rebobinador), prepárate para este viaje nostálgico. Y si eres de los que no vivió esta época… te va a flipar descubrir cómo el futuro del vídeo en casa se decidió en los despachos, no en los laboratorios.
Cuando ser mejor no fue suficiente: el caso de Betamax y sus rivales
Todo empezó a mediados de los 70, cuando Sony lanzó Betamax, el primer sistema de vídeo doméstico que te permitía grabar programas de la tele en una cinta y verlos cuando quisieras. Una revolución para la época. Betamax ofrecía una calidad de imagen y sonido superior, con una construcción más robusta y una ingeniería más cuidada. Vamos, lo que esperarías de una empresa como Sony.
El problema es que Sony quiso controlarlo todo. Solo ellos podían fabricar reproductores y licenciar la tecnología a otras marcas… siempre bajo condiciones muy estrictas. Mientras tanto, JVC desarrolló VHS (Video Home System) con una filosofía totalmente opuesta: licencias más abiertas, más fabricantes, y precios más bajos. En poco tiempo, todas las marcas querían subirse al carro del VHS.
Pero no solo eso. El VHS ofrecía desde el principio más duración por cinta. Mientras que las primeras cintas Betamax grababan una hora, las de VHS llegaban a dos, y luego a cuatro o incluso más. Puede parecer una tontería, pero eso de poder grabar una peli entera o un partido sin tener que cambiar de cinta, marcó la diferencia.
Y luego está el tema del cine para adultos, que aunque muchos lo nieguen, fue clave en esta guerra. Las productoras de porno, que vendían como churros en videoclubs, apostaron por VHS porque Sony no quería asociar su marca con ese contenido. Resultado: más videoclubs llenos de cintas VHS, más reproductores compatibles, y una bola de nieve que fue creciendo y creciendo.
Mientras tanto, Betamax se fue quedando atrás, cada vez con menos apoyo, menos catálogo y precios más altos. Y eso que en teoría era mejor. Pero como suele pasar en tecnología, el usuario no siempre elige lo mejor, sino lo más práctico y barato. Y ahí, VHS jugó sus cartas como un maestro del póker.
Video 2000: la opción europea que fue demasiado avanzada para su tiempo
Y por si fuera poco, en pleno duelo entre Sony y JVC, los europeos también quisieron jugar su partida. En 1979, Philips y Grundig lanzaron Video 2000, un sistema que sobre el papel era incluso mejor que Betamax. Las cintas eran reversibles, como los antiguos casetes, lo que te daba el doble de capacidad en el mismo espacio físico. Además, incluía tecnologías como seguimiento dinámico de pistas, que mejoraba el rebobinado y la estabilidad de imagen.
Pero llegó tarde. Muy tarde. En ese momento, VHS ya había empezado a comerse el mercado, sobre todo en Estados Unidos y Japón, y las películas no se editaban en Video 2000. Era como tener un Ferrari sin gasolina: muy bonito, pero poco útil. Además, la compatibilidad era un desastre, y apenas hubo fabricantes que apostaran fuerte por este sistema fuera de Europa. En España se llegó a ver, pero fue una rareza desde el principio.
Y claro, como suele pasar con los sistemas que no despegan, el soporte técnico era mínimo, las cintas eran difíciles de conseguir, y al final los usuarios se pasaban al VHS por pura supervivencia. Aunque Video 2000 tenía ideas geniales (la cinta reversible es algo que todavía hoy sorprende a quien la ve por primera vez), el mercado ya había elegido.
VHS se impuso… hasta que llegó el DVD
Al final, VHS ganó la batalla. Durante los 80 y buena parte de los 90, fue el rey absoluto del vídeo en casa. Se vendieron millones de reproductores, había videoclubs en cada esquina, y todos sabíamos lo que era rebobinar antes de devolver la cinta. Betamax se mantuvo en algunos mercados profesionales (como en estudios de televisión), y Video 2000 desapareció sin hacer mucho ruido.
Pero la cosa no acabó ahí. A finales de los 90 llegó el DVD y lo cambió todo. Imagen muchísimo mejor, ya no hacía falta rebobinar, podías poner subtítulos, cambiar el idioma… incluso navegar por menús como si fuera un videojuego. Vamos, una revolución. Y claro, el VHS empezó a quedar anticuado, los videoclubs fueron bajando la persiana poco a poco, y nuestra forma de ver pelis y series pegó un giro total.
Hoy por hoy, encontrar un VHS funcionando es casi misión imposible, y de Betamax o Video 2000 ni hablamos. Pero si alguna vez te cruzas con uno y lo ves en marcha, seguro que piensas: “Oye, esto para su época era una pasada”. Porque sí, sin internet, sin 4K y sin streaming, estas cintas ofrecían más de lo que parece. Y muchos seguimos pensando que Betamax o Video 2000 merecían un poco más de suerte.