¿Has notado que a veces tu televisor “se actualiza solo” y de pronto algo ya no funciona como antes? A muchos nos ha pasado: un día todo va bien, y al siguiente, tras una actualización que ni pediste, el menú se ve raro, los colores han cambiado o ese ajuste que tanto te gustaba ha desaparecido. Y lo peor de todo: tú no hiciste nada. Solo encendiste tu tele y… zas, sorpresa.
Esto no solo pasa con los televisores. Las barras de sonido también están empezando a recibir actualizaciones automáticas. Puede sonar bien en teoría, como algo “moderno”, pero la realidad es que muchas veces esas actualizaciones más que ayudar, estropean lo que ya funcionaba perfectamente. Y claro, cuando eso ocurre, empiezas a preguntarte si de verdad era necesario actualizar algo que ya iba fino como el solo.
Además, no todas las marcas gestionan igual estas actualizaciones. Algunas ni te preguntan. Simplemente, si tienes el WiFi conectado, te cuelan una actualización por la noche y tú, al día siguiente, tienes que convivir con los cambios. O peor, con algún fallo nuevo que antes no existía. Por eso cada vez más usuarios están empezando a plantearse algo muy lógico: ¿y si mejor desactivo las actualizaciones automáticas?
¿Es mejor desactivar las actualizaciones automáticas de tu televisor y barra de sonido?
La respuesta corta es: sí, en la mayoría de los casos. Y ahora vamos con la explicación. Las actualizaciones automáticas pueden traer mejoras, vale, pero también pueden arruinarte la experiencia. Pueden cambiarte el sistema operativo, rediseñar menús, eliminar apps que usabas o hacer que tu tele vaya más lenta. Sí, como lo lees. Hay muchas actualizaciones que no están pensadas para “mejorar tu vida”, sino para adaptarse a nuevas estrategias de la marca, cambiar servicios de terceros, o incluso para mostrarte más publicidad en la pantalla de inicio.
Otro problema muy habitual es que tras una actualización, ciertos ajustes que tú habías hecho con mimo desaparecen. Si habías calibrado la imagen a tu gusto, habías desactivado alguna función molesta, o configurado modos de audio para mejorar la experiencia… todo eso puede desaparecer o cambiar sin previo aviso. Y, en muchos casos, no puedes volver a dejarlo como estaba.
En el caso de las barras de sonido, la situación no es muy distinta. Muchos modelos, sobre todo los más recientes y conectados a Internet, también reciben actualizaciones automáticas. Y sí, también pueden traer problemas. Desde fallos de sincronización de audio, hasta pérdida de compatibilidad con ciertos formatos o incluso una peor calidad de sonido tras una “mejora”. Y aquí no hablamos de casos aislados: hay un montón de usuarios comentándolo en foros y redes sociales.
¿Por qué hacen esto las marcas?
Buena pregunta. A veces lo hacen con buenas intenciones, para corregir errores o mejorar compatibilidad. Pero otras veces lo hacen porque cambian acuerdos con plataformas, meten publicidad en la interfaz, o directamente porque quieren forzar un rediseño del sistema. Y claro, a ti, que solo querías encender tu tele y ver tu serie, te cambia todo sin que tú lo hayas pedido.
También está el tema de la obsolescencia programada disfrazada. Es decir, que una actualización haga que tu televisor o tu barra de sonido funcione peor con ciertos contenidos, para que “casualmente” sientas que necesitas uno nuevo. ¿Paranoia? Puede. ¿Casualidad? No tantas veces.
Entonces, ¿qué deberías hacer tú?
Muy simple: entra en los ajustes de tu televisor y tu barra de sonido y busca la opción de “actualizaciones automáticas”. Casi siempre está en algún apartado como “Soporte”, “Sistema”, “Información del dispositivo” o “Actualización de software”. Desactívala. Así de claro. Esto no significa que nunca vayas a actualizar, solo que serás tú quien decida cuándo hacerlo.
Una buena estrategia es esperar unos días o incluso semanas cada vez que salga una nueva versión del sistema o del firmware. Mientras tanto, puedes consultar en páginas especializadas (como AVPasión) o en foros de usuarios si esa actualización está dando problemas o no. Si ves que todo va bien, pues adelante, actualizas tú manualmente. Pero si hay fallos reportados… mejor dejarlo estar. Ya sabes: “si algo funciona, no lo toques”.
Además, desactivando las actualizaciones automáticas ganas tranquilidad. No te vas a levantar un día y encontrarte con una tele o barra de sonido que no reconoces. No vas a perder tiempo buscando cómo volver a configurar algo que ya tenías como querías. Y lo más importante: tienes el control total sobre tus propios dispositivos.
Hoy en día, con tantos dispositivos conectados, tener el control sobre cuándo y cómo se actualizan es casi una necesidad. Las actualizaciones automáticas pueden parecer cómodas, pero muchas veces terminan haciendo más daño que bien. Así que si tu televisor o barra de sonido están funcionando bien, desactiva las actualizaciones automáticas sin miedo.
Tú decides cuándo actualizar. Tú decides si merece la pena. No dejes que las marcas tomen decisiones por ti sin preguntarte. Porque al final del día, la tele es tuya, y la experiencia también.