Hoy te traigo una de esas noticias que parecen de ciencia ficción… pero que ya está pasando en la vida real. Imagínate un píxel tan pequeño que te caben más de dos millones en el espacio de una cabeza de alfiler. Pues eso es exactamente lo que han conseguido unos científicos alemanes: han creado píxeles OLED de tan solo 300 nanómetros. Sí, has leído bien. ¡300 nanómetros!
¿Y eso para qué sirve? Pues sobre todo para gafas de realidad virtual, realidad aumentada o cualquier cacharrito tipo wearable donde necesitas muchísima resolución en muy poquito espacio. Estamos hablando de que, con este avance, una pantalla 2K cabría en un cuadradito de 1×1 mm. Es decir, podríamos tener pantallas literalmente invisibles… pero con una nitidez de escándalo.
Y ojo, que no es un proyecto loco de Kickstarter ni una idea futurista que veremos en 2050. Esto se ha publicado ya en la revista Science Advances, así que hablamos de una investigación seria, con resultados reales, aunque todavía quede camino por recorrer para que lo veamos en productos comerciales.
Una locura nanométrica: así han creado los OLED más pequeños del mundo

Hasta ahora, lo más pequeño que teníamos a nivel comercial en pantallas eran píxeles de unos 5 micrómetros (eso son 5000 nanómetros). Y ya con eso, muchos decían que eran suficientemente pequeños. Pero claro, si alguna vez te has puesto unas gafas de realidad virtual y has notado el típico “efecto rejilla” (el famoso screen-door effect), ya sabes que todavía se ve el pixelado cuando te acercas mucho.
Pues bien, un equipo de científicos de la Universidad de Würzburg en Alemania ha ido un paso (o mejor dicho, un nanómetro) más allá. Han conseguido reducir el tamaño del píxel hasta los 300 nanómetros de lado, creando una especie de píxel OLED en miniatura capaz de emitir luz naranja con la misma intensidad que uno grande.
¿Cómo lo han hecho? Pues aquí viene lo interesante. En lugar de simplemente reducir el tamaño del OLED y esperar que funcione, han tenido que diseñar un sistema totalmente nuevo. Básicamente, lo que han creado es una especie de antena de oro en forma de cuboide (de 300×300×50 nm), que actúa como base para el emisor de luz. Pero claro, el oro no se puede mezclar con los materiales orgánicos del OLED así como así, porque puede provocar cortocircuitos o contaminar el emisor.

Por eso, han tenido que añadir una capa aislante encima de la antena, dejando únicamente una abertura circular de 200 nanómetros justo en el centro. Es por ahí por donde sale la luz. Todo esto está hecho a una escala tan pequeña que da vértigo pensarlo.
Eso sí, de momento solo emite luz naranja y la eficiencia está en torno al 1%, que es bastante bajo para un OLED. Además, solo se ha probado durante dos semanas, mientras que los OLED comerciales actuales duran entre 8 y 13 años. Vamos, que queda mucho por pulir, pero el camino ya está trazado.
¿Y esto cuándo llegará a nuestras teles o gafas?

Sinceramente, aún falta. Aunque es una auténtica revolución en el laboratorio, esto es solo una prueba de concepto. Faltan los colores rojo, verde y azul para cubrir el espectro completo (RGB), falta mejorar la eficiencia para que no consuma tanto, y por supuesto falta que aguante años encendido sin degradarse.
Pero si todo eso se consigue, podemos estar hablando de una de las tecnologías más prometedoras del futuro cercano: pantallas invisibles integradas en gafas, lentillas, ropa o proyectores con una resolución tan alta que el ojo humano no distinguiría los píxeles ni con lupa. Literalmente.




