No esperaba absolutamente nada de Gatillo. Vi el título, leí por encima que era coreana y que iba sobre armas y pensé: meh, otra más para el montón. Pero ¡madre mía! Menos mal que le di al play, porque lo que me encontré fue un seriazo con mayúsculas, de esos que te enganchan desde el primer capítulo y te hacen pensar “¿por qué no está todo el mundo hablando de esto?”.
La serie se estrenó el pasado 25 de julio en Netflix y desde entonces no ha parado de crecer. Es lo típico que empiezas a ver por curiosidad y acabas recomendando a todos tus amigos. Y con razón. Porque Gatillo tiene esa mezcla tan bien medida entre acción a saco, tensión social, crítica política y un toque humano que te remueve por dentro. Todo enmarcado en una Corea del Sur ficticia donde las armas son parte del día a día. Vamos, lo último que te esperarías ver en un país donde tener un arma es más difícil que ganar la lotería.
Y lo mejor de todo es que la serie no ha necesitado promoción ni estrellas internacionales para reventarlo. Según FlixPatrol, ya está en el top 10 de Netflix en casi 30 países, incluyendo lugares tan distintos como Brasil, Hungría, Hong Kong… ¡y por supuesto Corea del Sur, donde está la número uno! Y en Rotten Tomatoes está con un 100% de puntuación positiva. Sí, sí, has leído bien: cien por cien.
Gatillo: una distopía con balas, miedo y mucha, mucha verdad
La historia de Gatillo es de esas que te dejan incómodo, pero en el buen sentido. La premisa es sencilla pero poderosa: ¿qué pasaría si la gente en Corea pudiera llevar armas como si fueran móviles? Spoiler: pues pasa lo que te imaginas, pero peor. El país se convierte en un caos, la violencia se dispara (literalmente) y la policía no da abasto.
Lo interesante es que la serie no va solo de pegar tiros. Va de cómo cambia la gente cuando vive con miedo constante, de cómo la desconfianza se mete en cada rincón de la sociedad. Y aunque estamos hablando de una ficción, hay momentos en los que piensas “esto está más cerca de la realidad de lo que me gustaría”.
Y aquí va mi parte favorita: Gatillo no te trata como tonto. No necesita explicártelo todo con diálogos forzados ni subrayar su mensaje. Lo ves, lo sientes, y punto. Hay escenas que me dejaron con la boca abierta, no solo por la tensión o la acción, sino por el subtexto que llevan detrás. Es una serie que entretiene, pero también te deja pensando. ¿Qué más se le puede pedir?
Y te lo digo ya: el final de la temporada es de infarto. Uno de esos cliffhangers que te hacen gritarle a la tele (y sí, lo hice). Así que, Netflix, si estás leyendo esto: ¡renuévala ya! No puedes hacernos esto. No puedes dejarnos colgados así.
Netflix, ¡ponte las pilas con los K-dramas!
Mira, lo que está pasando con Gatillo no es casualidad. Ya lo hemos visto con El juego del calamar y con muchas otras, pero esto lo confirma: los K-dramas tienen algo que engancha a todo el mundo. Da igual que no hables ni una palabra de coreano o que nunca hayas visto una serie asiática. Si la historia está bien contada y toca temas universales, el público responde. Y lo está haciendo, vaya que sí.
Este año Netflix ya nos dio cositas como Sin piedad para nadie (que tampoco está nada mal), y en mañana llega El sinuoso camino del derecho, que tengo en el radar. Pero lo de Gatillo es otro nivel. Y no porque tenga más presupuesto o más promoción, sino porque tiene alma, tiene tensión y tiene algo que muchos productos occidentales han perdido: originalidad y riesgo.
Y aquí va mi opinión, sin filtros: Netflix debería apostar todavía más fuerte por los K-dramas, pero no solo por los números. Lo debería hacer porque están trayendo historias diferentes, valientes y bien hechas. Historias que no se ven en otros lados. Y porque nosotros, los espectadores, estamos hartos de ver siempre lo mismo.
Así que si estás dudando si ver Gatillo, ni lo pienses. Dale al play, prepárate para engancharte, para cabrearte, para emocionarte… y para tener una nueva serie favorita que vas a recomendar hasta por WhatsApp. Porque sí, Gatillo es de esas que no se olvidan fácil.