Hay tecnologías que nacen con pintaza, de esas que dices “esto lo va a petar”… y luego pum, se estampan. Pues justo de eso va la historia de hoy. Porque no sé tú, pero yo viví la época dorada de los formatos físicos como si fuera una final de Champions. Que si el DVD ya era cosa del pasado, que si el Blu-ray era el presente, y de repente aparecían otros diciendo que iban a guardar un TERABYTE en un disco. ¡Un tera! En un disco del tamaño de los de siempre. Aquello sonaba a ciencia ficción.
Yo me acuerdo perfectamente de cuando empecé a leer sobre esto en foros de cacharreo, esos en los que todos íbamos soltando teorías locas. Que si el Blu-ray estaba acabado, que si venía un disco que lo iba a superar por goleada, que si el cine sin compresión llegaba por fin a casa. Todo el mundo hablaba de los famosos HVD y HD VMD, cada uno a su bola, pero los dos con pinta de salvadores del entretenimiento en casa. Y claro, uno se emocionaba.
Porque al final eso es lo que más me fastidia: nos lo vendieron como si fueran el futuro… y acabaron peor que el HD DVD. Ni llegaron a tener catálogo, ni pelis, ni nada. Prometieron el oro y el moro, y lo único que dejaron fueron artículos perdidos en internet y alguna demo en ferias. Pero bueno, ya sabes cómo va esto: aquí te cuento cómo era cada uno, y por qué se fueron directos al hoyo.
HVD y HD VMD: los “superdiscos” que no llegaron ni a calentar

Empiezo por el más flipante de todos: el famoso HVD, que venía con nombre de nave espacial: Holographic Versatile Disc. Vamos, que ya con eso te imaginabas algo rollo Star Wars. Y oye, el concepto era una locura buena: en lugar de leer datos en la superficie como los DVDs o Blu-rays, este bicho leía en 3D dentro del propio disco gracias a un sistema de láseres verdes y rojos. Vamos, como si fueras un Jedi del almacenamiento.
¿Y cuánto cabía ahí? Pues se hablaba de 500 GB, 1 TB o más en un solo disco. Imagínate: toda tu colección de pelis en 4K sin compresión, documentales, extras, menús, audio multicanal… todo en uno. Pero claro, como suele pasar con lo que parece demasiado bonito para ser verdad, los lectores valían un riñón y medio. Y claro, ni tú ni yo íbamos a pagar 2.000 euros por un aparato que, encima, no tenía ni una sola película a la venta.
El otro protagonista de esta historia es el HD VMD, que era como el primo humilde del Blu-ray. Su idea era diferente: ser barato. Nada de láser azul caro ni tecnología espacial. El HD VMD usaba capas múltiples en un disco rojo, con capacidad de hasta 30 o 40 GB. Suficiente para meter pelis en Full HD a buena calidad y sin gastar mucho. De hecho, se vendió en la India, Egipto y algún que otro sitio con pelis locales y reproductores low-cost.

El problema era que nadie lo necesitaba ya. Porque cuando el Blu-ray ya está rodado, la PS3 lo lee, los estudios lo apoyan, y hay cientos de títulos en el mercado… ¿quién se va a pillar un formato nuevo sin pelis conocidas? Por muy barato que fuera, no tenía ningún incentivo real. Y como era de esperar, acabó en el cajón de los fracasos tecnológicos, como tantos otros.
En resumen, los dos formatos venían con ganas de revolucionar el cine en casa… pero la realidad se los comió con patatas. El HVD era demasiado caro y complejo, y el HD VMD llegó cuando ya era tarde. Lo que duele es que ambos tenían su punto, cada uno a su manera. Uno quería ser el Ferrari del almacenamiento óptico, el otro el Dacia barato pero funcional. Y ninguno pasó de la casilla de salida.
Hoy en día, entre Netflix, Plex, discos duros, NAS y demás, nos hemos olvidado de estos formatos raros que pudieron ser grandes. Pero los que vivimos esa época, aún nos acordamos de esos sueños de tener nuestra colección en 8K sin compresión, con audio puro, sin pixelotes. Y sí, yo reconozco que me hacía ilusión. Que me veía con una estantería llena de discos HVD y un reproductor con lucecitas verdes. Pero nada, al final seguimos con Blu-ray… o directamente sin discos.
¿Tú te acordabas de esto? ¿También fuiste víctima del hype o te pilló de pasada? Me flipa rescatar estas historias porque hablan mucho de cómo cambiaron las cosas. De cuando soñábamos con el disco definitivo, y resulta que nos acabamos pasando todos al streaming aunque tenga compresión y menos calidad. Así es la vida.




