Hoy en día, hablar de consolas de nueva generación como la PlayStation 5 o la Xbox Series X implica inevitablemente hablar de tecnología de punta. Son máquinas que parecen sacadas del futuro, con capacidades brutales para mover gráficos a 4K, tasas de refresco altísimas y tiempos de carga que duran menos que un bostezo. Pero… ¿realmente estamos aprovechando todo lo que ofrecen? ¿Qué pasa si simplemente las conectamos al primer puerto HDMI que vemos en nuestra tele sin fijarnos si es 2.1 o no?
La respuesta corta es: sí, tu consola va a funcionar, y en muchos casos se va a ver bastante bien. Pero la respuesta larga es mucho más interesante, porque te estás perdiendo de un montón de mejoras visuales y de rendimiento que justifican (y mucho) tener una consola de última generación. Y claro, no todo el mundo sabe qué es HDMI 2.1 o por qué debería importarle… así que aquí vamos a explicarlo sin tecnicismos aburridos, para que entiendas qué pierdes si no usas el cable correcto en el puerto correcto.
Y ojo, porque no basta con tener la consola y el cable que viene en la caja (que, por suerte, sí es HDMI 2.1 en el caso de PS5 y Xbox Series X). También necesitas una tele o monitor que tenga al menos un puerto HDMI 2.1 real. No, no todos los HDMI que tienen numerito bonito lo son. Algunos te venden la moto con “HDMI 2.1” pero luego no soportan todas sus funciones. Vamos, que hay más letra pequeña aquí que en los contratos de las operadoras.
Lo que te estás perdiendo por no usar HDMI 2.1
La primera y más obvia consecuencia de no usar un HDMI 2.1 real es que te estás limitando a 4K a 60 Hz como máximo. ¿Y eso qué significa? Pues que no vas a poder jugar a 4K y 120 Hz, algo que muchas consolas ya ofrecen en varios juegos. Y sí, se nota muchísimo. Jugar a 120 fotogramas por segundo es una experiencia mucho más fluida, más responsiva, y una vez que lo pruebas, no hay vuelta atrás.
Otro punto clave es el VRR (Variable Refresh Rate), o lo que es lo mismo: frecuencia de refresco variable. Esta tecnología permite que la tele se sincronice en tiempo real con los FPS reales del juego. Si un juego baja de 60 a 50 FPS por un momento, el VRR evita que veas tirones o cortes raros en la imagen, esos que arruinan la experiencia sin que sepas muy bien por qué. Sin HDMI 2.1, el VRR no está disponible en la mayoría de los casos, y eso es un lujo que cuesta poco tener… pero que mejora mucho la experiencia.
Y luego está el ALLM (Auto Low Latency Mode), otra función que activa automáticamente el modo “Juego” en tu televisor cuando detecta que estás jugando. Parece una tontería, pero evita tener que estar cambiando ajustes manualmente y reduce el input lag, ese retraso molesto entre que aprietas un botón y el personaje reacciona. Con HDMI 2.0 o inferior, estas funciones muchas veces ni aparecen.
Por si fuera poco, también se pierde el ancho de banda extra que HDMI 2.1 permite. Estamos hablando de hasta 48 Gbps, frente a los 18 Gbps de HDMI 2.0. ¿Y qué se puede hacer con eso? Pues, entre otras cosas, usar tecnologías como HDR en su máxima expresión, o jugar a 4K con todo al máximo sin que se te comprima la imagen como si fuera un vídeo de WhatsApp.
Y ya que hablamos de HDR, no olvidemos que muchas teles modernas con HDMI 2.1 también traen mejoras como Dolby Vision Gaming, compatible con Xbox Series X|S. Y sí, necesitas HDMI 2.1 para que funcione bien en 4K y a 120 Hz. Si no, te toca elegir: o buena imagen o buena fluidez. ¿Y quién quiere tener que elegir?
En resumen, conectar tu consola de nueva generación a un puerto que no sea HDMI 2.1 es como comprarte un Ferrari y conducirlo por caminos de tierra. Sí, va a andar… pero no como debería. Si ya has hecho el gasto de una PS5 o una Xbox Series X, y encima tienes un buen televisor 4K, asegúrate de estar conectando todo como toca. Busca ese puerto HDMI 2.1 (suele venir etiquetado, o en el manual de la tele), usa el cable correcto, y prepárate para jugar como se debe. Porque al final, esto va de disfrutar. Y si la tecnología está ahí para mejorar la experiencia, ¿por qué no exprimirla al máximo?