El pasado viernes se estrenó en cines ‘Sangre en los labios’, lo último de la productora independiente A24 y la segunda película de la directora londinense Rose Glass después de su primera incursión en el mundo del terror con ‘Saint Maud’ en 2019. Este nuevo film, protagonizado por Kristen Stewart, es al mismo tiempo pastiche de géneros cinematográficos y una película completamente distinta a cualquier cosa que puedas haber visto antes.
‘Sangre en los labios’ cuenta la historia de Lou, la gerente de un gimnasio en un pequeño pueblo de Nuevo México, y su tórrida aventura romántica con Jackie, una culturista que pasa por su pequeño establecimiento de camino a una competición. Estas dos mujeres resultan ser una combinación explosiva que da lugar a una trama tan descabellada como entretenida. Lo que empieza como la historia de amor entre Lou y Jackie pronto se convierte en una odisea de crimen en la que ambas luchan ferozmente contra un entorno de abuso.
En la película encontramos todos los elementos de un noir clásico: el protagonista solitario atascado en una vida sin interés; la chica atractiva que aparece de la nada y cambia su destino; el villano —un Ed Harris más espeluznante que nunca— y mucho, mucho crimen. Pero ‘Sangre en los labios’ no tiene nada de clásico. Nuestro antihéroe es Kristen Stewart, la chica es una imponente culturista (Katy O’Brian), y la trama acaba convirtiéndose en una aventura con trazas de surrealismo para las cuales la película se niega a aportar cualquier tipo de explicación.
A pesar de tener como núcleo argumental la relación entre dos mujeres, uno de los aspectos más interesantes de la película es que es una de las pocas que no trata sobre la experiencia de la homosexualidad como una lucha, algo secreto. En ningún caso niega su contexto —transcurre, al fin y al cabo, en un pequeño pueblo del sur americano en los años 80, pero esa historia de homofobia no es la que busca contar.
‘Sangre en los labios’: una potente mezcla de géneros que te volará la cabeza
La película es decididamente queer en su subversión del género del noir, sin tener que recurrir a una historia que ya hemos visto miles de veces y sin dar cátedra. Sus protagonistas son complejas y problemáticas a la par que agradables y existen más allá de su orientación sexual.
Lo demás son golpes, disparos y más de una escena sangrienta que se te quedará grabada a fuego en la mente cuando salgas del cine. En su extraño híbrido de géneros, Glass introduce también un importante elemento de body horror que acompaña a la perfección al imaginario del culturismo, haciendo del personaje de Jackie una especie de She-Hulk retorcida.
Lo que resulta más sorprendente en medio de este festín de violencia es el gran sentido del humor que tiene ‘Sangre en los labios’, fruto de su auto-conciencia. La trama se va convirtiendo en algo cada vez más raro que, de haberse tomado con seriedad, habría sobrepasado la barrera de lo ridículo. Pero Glass, en vez de echarse para atrás, lo eleva a la enésima potencia. La película cuenta con varias escenas tan violentas que son intencionadamente cómicas, y que recuerdan, en el mejor sentido, al cine de los hermanos Coen.
Incluso los personajes más amenazantes de la trama— el mafioso padre de Lou interpretado por Harris; y JJ, interpretado por Dave Franco— existen en un plano a medio camino entre el terror y la comedia. Sus intenciones son malignas, pero su caracterización y sus apariencias tienen una clara intención humorística que sus actores interpretan a la perfección.
Stewart, por su parte, demuestra una vez más que es una de las mejores actrices con las que cuenta Hollywood actualmente. En un estado constante de ansiedad, consigue transmitir en pocas palabras la carga emocional de su pasado y su complicada situación familiar. Vende sin esfuerzo el romance con O’Brian, con la que rebosa química, pero no se queda corta tampoco en los aspectos más violentos de la trama. Incluso al lado del físico imponente de O’Brian, Stewart se mantiene fuerte y transmite la seguridad que debería tener un personaje como Lou, que ya tiene experiencia en asuntos criminales.
O’Brian asume la carga de algunas de las escenas más estrafalarias de la película, y lo hace mientras consigue que su personaje sea agradable a pesar de sus errores. La actriz demuestra un gran encanto, sabiendo exprimir al máximo el contraste entre su físico y su personalidad.
Toda esta sangrienta trama está envuelta en una estética que combina los aspectos ochenteros del color y el neón con el ambiente de desolación y suciedad de un pueblo como el de Lou. El contraste es efectivo, pasando sin reparo de escenas de iluminación irreal y evocativa, a otras más vulgares como la presentación de Lou, en un pequeño cubículo del baño de su gimnasio, con las manos enfundadas en guantes de goma para desatascar el WC. Acompañando a estas imágenes tenemos una banda sonora lenta pero implacable, que complementa la oscuridad de la trama y que, en algunos puntos, da ganas de unirse a Jackie para hacer ejercicio en el gimnasio.
Lo que la película tiene de entretenido y descabellado, lo carece ligeramente en claridad temática. Aunque el guion de Glass y Weronika Tofilska introduce una gran variedad de temas —violencia machista, familias desestructuradas, trastornos alimenticios— es cierto que, a veces, su punto se pierde en la confusión de la trama. Por suerte, la visión artística, las interpretaciones y la pura diversión de ‘Sangre en los labios’ son suficiente para permitirnos obviar algunos de los puntos en los que flaquea más.
Una vez más, A24 demuestra con esta nueva producción su compromiso con el cine independiente de calidad, y, sobre todo, con el cine de género. En los últimos años, la productora se ha ganado la reputación de ser una plataforma para una gran variedad de directores con visiones claras y diversas, y Rose Glass no es ninguna excepción. ‘Sangre en los labios’ es un neo-noir que ha sido inyectado con esteroides, al igual que Jackie, y que desprende una energía que da gusto ver en una nueva directora.