Parece una tontería, pero es una de las preguntas que más me hacen cuando alguien se compra un amplificador, una barra de sonido o unos altavoces con el logo THX. La pregunta del millón: “¿Si ya tengo THX, para qué quiero calibrar nada?”. Y la verdad es que al principio suena lógico. THX tiene nombre potente, parece que es “lo máximo”, así que uno piensa que ya viene todo perfecto de fábrica, listo para sonar de cine.
Pero la realidad es que tener un sistema certificado THX no quiere decir que esté calibrado para tu salón, ni mucho menos. En todo caso significa que ese equipo, en las condiciones perfectas, es capaz de cumplir los estándares de audio (o vídeo) de la certificación THX. Pero claro… ¿tú tienes una sala tratada, con las distancias exactas y una acústica controlada? Lo más probable es que no.
Así que en este artículo quiero explicarte de forma muy directa y sin rodeos qué significa exactamente tener un sistema THX, por qué hay que calibrarlo igual y qué cosas puedes ajustar tú mismo en casa para sacarle todo el zumo. Y no hace falta gastarse un dineral: muchas veces con un par de pruebas bien hechas, mejoras una locura el sonido o la imagen de tu salón.
¿Qué garantiza realmente la certificación THX?

Vamos a ver, THX no es un ajuste, es una certificación. Es decir, no cambia nada de tu sistema por arte de magia, más bien garantiza que ese equipo ha pasado una serie de pruebas muy exigentes en laboratorio. Potencia, distorsión, fidelidad, rango dinámico, sensibilidad, respuesta en frecuencia… todo eso está medido y verificado. Pero en laboratorio. No en tu comedor.
Un receptor AV THX Ultra, por ejemplo, está hecho para salas grandes y puede mover altavoces exigentes sin perder calidad. Un modo de imagen THX en una tele significa que ha sido calibrado para verse bien en una sala oscura, sin procesados raros y con el gamma y color precisos. Pero claro, si tú ves la tele con la luz encendida, con el brillo al máximo o con los ajustes de fábrica, todo eso se te va.
En otras palabras, el logo THX te dice que tu equipo puede sonar (o verse) de escándalo, pero solo si le echas un cable.
THX no conoce tu salón (ni tus gustos)

Vamos ahora con el problema de verdad: ningún estándar puede adivinar cómo es tu sala (por ahora). Si tienes un salón en L, con techos altos, con muebles delante de los altavoces, cortinas pesadas o una pared de cristal… todo eso cambia por completo el sonido. Y lo mismo te digo con la imagen. Una tele con modo THX o Filmmaker puede verse bien en una sala oscura, pero si la usas con mucha luz ambiente, los negros se lavan y los colores se apagan (a no ser que ya tengas el Modo Filmmaker Luz Ambiental).
Además, cada persona escucha diferente. Hay quien ve las pelis a volumen de referencia (85 dB) y hay quien lo pone flojito por no molestar. THX no puede adaptarse a eso sin ajustes. Por eso, aunque el equipo esté preparado, necesita que tú o alguien lo calibre correctamente para tu uso real.
Cosas básicas que puedes hacer tú mismo
Ahora viene lo que interesa. No todo el mundo puede pagar a un calibrador profesional, pero sí puedes hacer algunas cosas que mejoran muchísimo tu sistema THX. Te dejo una lista muy clara:
- Pasa el asistente de calibración de tu AVR. Si tienes un Yamaha, Onkyo, Denon, Marantz… todos tienen su micro y sistema automático (YPAO, AccuEQ, Audyssey…). No es perfecto, pero mejor que nada, siempre.
- Pon los altavoces en modo Small y el corte de frecuencias a 80 Hz. Esta es la configuración clásica de THX para home cinema. Así el subwoofer se encarga de los graves y los demás altavoces trabajan cómodos.
- Alinea las distancias de cada altavoz, especialmente el central. Si no está bien medido, los diálogos se oyen raros.
- Iguala los niveles con un sonómetro o con una app. Aunque el micro del AVR lo haga muy bien, no cuesta nada comprobarlo.
- En vídeo, activa el modo THX o Filmmaker si tu TV lo tiene. Y si no, el modo Cine o Profesional. Evita los modos Dinámico o Vívido.
- Ajusta el brillo y el contraste con un patrón básico (puedes usar vídeos de YouTube como el “AVS HD 709”). Es gratis y te mejora mucho la imagen.
Con estas cosas ya estás más cerca de sacar lo que THX promete. Es como tener un Ferrari: por muy bueno que sea, si las ruedas están mal hinchadas, no lo harás correr como toca.
¿Y si quiero ir más allá?
Si tienes un sistema bueno y quieres que rinda de verdad, entonces sí: toca calibración profesional. Esto es especialmente importante si:
- Tienes un subwoofer potente que retumba o no llena bien la sala.
- Tu salón es grande o tiene formas raras, como techos altos o dobles alturas.
- Tienes un proyector o tele de gama alta, y quieres ver HDR como debe ser.
- Escuchas música con precisión y notas que algo no cuadra.
Un calibrador con equipo serio te mide la sala, analiza la respuesta en frecuencia, coloca trampas acústicas si hace falta y ajusta EQ personalizada. También en imagen: ajusta el color, la temperatura, el balance de blancos, y adapta el brillo a la luz ambiente. Y ahí es donde THX brilla.
Porque como decíamos antes, THX te da la base… pero la calibración es lo que saca el potencial real.
¿Y qué hay del vídeo THX?

Aquí hay que hacer un inciso. Muchos televisores han tenido “modo THX”, sobre todo modelos de Panasonic o LG antiguos. Hoy ese rol lo ha heredado el modo Filmmaker, que también intenta representar la imagen como fue creada en el estudio.
Pero de nuevo: ese modo es solo un punto de partida. Si lo usas en una sala iluminada, probablemente veas la imagen “apagada”. Si calibras bien el nivel de negro, brillo, contraste, y temperatura de color, verás una mejora notable.
¿Consejo? Haz una calibración básica con patrones (AVS, Calman, etc.) o, si puedes, busca un calibrador profesional que ajuste el modo Filmmaker para tu uso real.
Mitos que debes olvidar
Vamos a cerrar con algunos mitos muy comunes:
- “Si es THX, ya está todo bien hecho” → Falso. El equipo es bueno, pero falta ajustarlo a tu sala.
- “El modo THX suena apagado” → A veces sí… porque está pensado para salas de cine, no para tu salón a media tarde con la ventana abierta.
- “THX es solo marketing” → No. Detrás hay pruebas reales de laboratorio. Pero como todo, hay que saber aprovecharlo.
- “No hace falta calibrar si no eres audiófilo” → Totalmente falso. Con una calibración básica todo el mundo nota la diferencia, aunque no sepas explicarla.
THX no es el final, es el principio
Así que ya lo sabes, tener un sistema THX es una muy buena señal, pero no es garantía de calidad automática. La calidad llega cuando ese equipo se ajusta a tu espacio, tu oído y tu forma de ver o escuchar.
Si ya te has gastado el dinero en un equipo certificado, regálale una calibración. Aunque sea básica. Porque cuando todo encaja —el equipo, la sala y los ajustes— es cuando el cine en casa se vuelve una experiencia de verdad. Y créeme, esa es la diferencia entre simplemente oír… y vivir la película.




